2 de diciembre de 2012
ROBERTO JUARROZ
Poeta y ensayista argentino nacido en Coronel Dorrego, provincia de Buenos Aires, en 1925.
Graduado en Bibliotecología y Ciencias de la Información por la Universidad Nacional de Buenos Aires.Se especializó en la Sorbonne, y desde entonces, fue ensayista, traductor y crítico literario, colaborando en diversos medios de su país y del extranjero.Miembro de número de la Academia Argentina de Letras y catedrático universitario por más de treinta años.
Recibió numerosos premios, entre los que se destacan, el premio Esteban Echeverría en 1994,
el premio Jean Malrieu de Marsella,y el premio de la Bienal Internacional de Poesía, en Lieja, Bélgica, en 1992.
La parte más importante de su obra, está reunida en un volumen numerado bajo el título de Poesía Vertical.
Falleció en Buenos Aires en marzo de 1995. ©
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*Algún día encontraré una palabra...
Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.
Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras.
*Así como no podemos...
Así como no podemos
sostener mucho tiempo una mirada,
tampoco podemos sostener mucho tiempo la alegría,
la espiral del amor,
la gratuidad del pensamiento,
la tierra en suspensión del cántico.
No podemos ni siquiera sostener mucho tiempo
las proporciones del silencio
cuando algo lo visita.
Y menos todavía
cuando nada lo visita.
El hombre no puede sostener mucho tiempo al hombre,
ni tampoco a lo que no es el hombre.
Y sin embargo puede
soportar el peso inexorable
de lo que no existe.
*Cada uno tiene su pedazo de tiempo...
Cada uno tiene
su pedazo de tiempo
y su pedazo de espacio,
su fragmento de vida
y su fragmento de muerte.
Pero a veces los pedazos se cambian
y alguien vive con la vida de otro
o alguien muere con la muerte de otro.
Casi nadie está hecho
tan sólo con lo propio.
Pero hay muchos que son
nada más que un error:
están hechos con los trozos
totalmente cambiados.
*Detener la palabra...
Detener la palabra
un segundo antes del labio,
un segundo antes de la voracidad compartida,
un segundo antes del corazón del otro,
para que haya por lo menos un pájaro
que puede prescindir de todo nido.
El destino es de aire.
Las brújulas señalan uno solo de sus hilos,
pero la ausencia necesita otros
para que las cosas sean
su destino de aire.
La palabra es el único pájaro
que puede ser igual a su ausencia.
*El amor empieza cuando se rompen...
El amor empieza cuando se rompen
los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco
sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o
alta,
se agacha hasta la sangre.
El amor empieza cuando Dios termina
Y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutuamente en cualquier
parte.
El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un
muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.
Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.
*El centro del amor...
El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.
Ambos centros se buscan entonces
como dos animales atribulados.
Pero casi nunca se encuentran,
porque la clave de la coincidencia es otra:
nacer juntos.
Nacer juntos,
como debieran nacer y morir
todos los amantes.
*El corazón empieza bajo tierra...
El corazón empieza bajo tierra,
pero acaba en tus labios y en los míos.
La muerte entonces duda en las cornisas
y una convalecencia de ojos largos
desprende las arrugas del temblor.
No hay que negar que eso nos salva,
pero entre tantas cosas tan perdidas
no es posible aceptar la salvación.
Y las manos, sin darse cuenta aprenden
el gesto incorregible
de volver a enterrar el corazón.
*El corazón más plano de la tierra...
El corazón más plano de la tierra,
el corazón más seco,
me mostró su ternura.
y yo tuve vergüenza de la mía.
Tuve vergüenza de los himnos largos,
de las constelaciones derramadas,
de los gestos nupciales y espumosos,
de las escarapelas del amor,
de los amaneceres desplomados.
Y también tuve miedo.
Miedo de las palabras que no cantan,
miedo de las imágenes que sobran
cuando tanto ser falta,
miedo de los roedores que se baten
en la iglesia vacía,
miedo de las habitaciones bautismales
que se llenan de águilas.
El corazón más plano de la tierra
me hizo aprender el salto en el abismo
de una sola mirada.
*El silencio que queda entre dos palabras...
El silencio que queda entre dos palabras
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae,
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector.
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7 comentarios:
Hermosas poesias, profundas e impregnadas de sentimientos. No conocia a este poeta.
un abraxo!
Marilyn:
Te agradezco tu visita a este blog tan poco visitado, es el que ofrezco a los demás.
Sí es un poeta singular que enlaza la poesía a su visión de filósofo.
Un abrazo:
Elsa
Eu também sei
que um dia encontrarei a palavra certa
que leva meus poemas
ao Mais Alto!
Até hoje não encontrei...
Muito bom! Gostei de o conhecer!
Maria luísa adães
María Luisa: te agradezco tu asociación al blog y el comentario.
Lo mejor para ti:Elsa
Hay personas que no tenían que morirse nunca. Sus poemas son preciosos.
De todas formas, la huella que ha dejado con sus letras, nadie podrá borrarla.
Cariños en un fuerte abrazo.
Kasioles
Elsa, tu labor humanista es como la del labriego en el campo virgen, en la que aparentemente no basta que la coa penetre a su entraña pues amanecen surcos cada amanecer. Eso siento de tu labor, es dar vida a la palabra de muchos, la que siembras en una tierra que deseamos sea fértil que es el corazón sensible del hombre a la belleza.
Un abrazo y gracias por este regalo imperecedero.
Querida Leticia:
No se puede menos que sembrar y dar más de lo recibido
UN ABRAZO PAEA TI POR SER UNA CONSECUENTE LECTORA:
ELSA
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